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¿Cómo llega alguien a dominar arte y ciencia a la vez?
Viya Qu, fundadora de la firma de faldas unseem
Respuesta de Susanna Carmona:
En la sociedad actual, las habilidades artísticas y científicas suelen considerarse dos esferas separadas e incluso opuestas del conocimiento humano. Las estanterías están repletas de libros de autoayuda que clasifican a las personas en creativas o racionales, con pensamiento artístico o científico supuestamente procesados por el hemisferio cerebral derecho o izquierdo respectivamente. Pero la verdad es que a lo largo de la historia la ciencia y el arte se han nutrido mutuamente. Se necesitan mentes creativas e imaginativas para impulsar un avance científico o tecnológico y, a su vez, los avances científicos y tecnológicos tienen un impacto innegable en la evolución del arte. Pasa lo mismo, a menor escala, en nuestros cerebros.
Muchos de los grandes científicos de la historia también han sido grandes artistas—¿o quizás ha sido al revés? Figuras tan relevantes como Leonardo da Vinci o Santiago Ramón y Cajal, ambos maestros de la ciencia y el arte, son ejemplos de cómo estas destrezas pueden catalizarse mutuamente para ampliar los límites del conocimiento.
Como entusiasta de ambas disciplinas, he estado reflexionando sobre los elementos necesarios para sobresalir en dichas materias. Más allá del talento con el que nacemos y de la exposición temprana que recibamos a ambos campos, creo que hay ciertas habilidades transversales o características de la personalidad que son clave para convertirse en un buen científico y artista. De hecho, diría que son habilidades necesarias para dominar cualquier materia que nos propongamos. Entre estas habilidades, destacaría las siguientes:
Motivación: Estar impulsado por una curiosidad intrínseca por aprender, por conocer lo que se ha hecho y lo que queda por explorar.
Estado de flow: Disfrutar del proceso en sí mismo, más allá de alcanzar el objetivo final. Que al realizar la actividad en sí, ya sea pintar o escribir un artículo científico, la persona entre en un estado mental en el que la percepción temporal se distorsione y las necesidades primarias, como el hambre o el sueño, se nublen.
Riesgo: No tener miedo a asumir riesgos, a equivocarse, a experimentar, a pensar fuera de lo establecido. En mi opinión, este es el elemento más difícil de conseguir, especialmente en campos como el arte o la ciencia donde los recursos económicos son limitados, y siempre es más seguro repetir y reformular que innovar.
Persistencia y tolerancia a la frustración: El fracaso, y la frustración que conlleva, son parte del riesgo y tienden a ser consecuencias comunes tanto en el arte como en la ciencia. Una baja tolerancia a la frustración impide a una persona llegar a ser experta en cualquier cosa que se proponga.
Biografía:
Susanna Carmona dirige un grupo de investigación en neurociencias, NeuroMaternal, en el Hospital Gregorio Marañón, en Madrid, España. Carmona también es artista y su trabajo se ha expuesto en cinco exposiciones nacionales.
Carmona tiene una licenciatura en psicología y un doctorado en neurociencias por la Universitat Autónoma de Barcelona. Tras obtener su doctorado continuó su formación en universidades nacionales e internacionales como la Universidad Carlos III de Madrid, Parc de Recerca Biomédica de Barcelona, Harvard University y Columbia University. Carmona tiene más de 50 publicaciones científicas y ha liderado varios proyectos de investigación a nivel nacional e internacional.
Actualmente, la línea de investigación de su grupo se centra en caracterizar los cambios cerebrales que se producen durante el embarazo y la maternidad a partir de datos hormonales, comportamentales y de neuroimagen. Mediante estudios longitudinales, su grupo monitoriza los cambios fisiológicos y estructurales ocurridos durante el embarazo y el postparto con el fin de entender la reorganización neuronal en este periodo y sus implicaciones clínicas y cognitivas.
En 2016, el trabajo publicado por su grupo en Nature Neuroscience tuvo una gran repercusión en los medios internacionales, ya que era la primera vez que una investigación asociaba cambios en el volumen de sustancia gris del cerebro ocurridos durante el embarazo con el nivel de apego maternal tras el parto, lo que sugiere un proceso adaptativo al servicio de la transición a la maternidad.