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La industria del tatuaje ha tenido un desarrollo prominente en los últimos años. Cada día es más común encontrar gente tatuada en todos los ámbitos profesionales y todos los rangos de edad. Así han surgido proyectos y estudios que han retado los cánones tradicionales del tatuaje ofreciendo una amplia gama de estilos para todos los gustos.
La diseñadora Daniela Vendramin es una de las artistas del pigmento intradérmico que ha transformado la industria desde Arrecife Studio, un oasis de tranquilidad en la ajetreada Ciudad de México.
Vendramin ha creado su propio estilo fusionando la rigurosa y metódica ilustración industrial con la liviana textura del mundo vegetal. Una acertada mezcla que ha logrado convencer a los más escépticos.
SciGlam: ¿Cómo llega una diseñadora industrial a convertirse en tatuadora de motivos botánicos?
Daniela Vendramin: Nunca fue mi objetivo dedicarme al tatuaje. En realidad, lo tenía en muy baja estima, me parecía algo probablemente fácil, y pensé que sería un hobby más de los muchos que tenía. Pero no fue el caso, era —y aún sigue siendo— algo sumamente complicado. Creo que por esa razón me enamoré tanto del tatuaje.
En cuanto a los motivos botánicos, los introduje cuando trabajaba como ilustradora científica botánica en la Academia de San Carlos. Ahí tuve la oportunidad de trabajar durante un año con taxónomos y morfólogos del Instituto de Biología, lo que alimentó mi obsesión por las plantas; y de forma prácticamente automática, mis dibujos encontraron un nuevo lienzo.
Encontré puntos comunes entre el grabado, la botánica y el tatuaje que hasta hoy día me siguen apasionando.
Como artista tatuador, generalmente estás restringido a hacer lo que pide el cliente y no son proyectos abiertos. En este sentido, ¿cuáles son los proyectos que más te emocionan y cuáles son los que menos te emocionan?
Siempre me emocionan más los proyectos de botánica. Si hay algo de lo que no me voy a aburrir nunca es de las plantas.
También me gusta tatuar algunos animales y objetos. Lo que no me gusta es la monotonía, hay ciertos animales y plantas que son demasiado frecuentes en el imaginario colectivo, por ejemplo, los colibríes. Yo los amo, pero hay miles de tatuajes de colibríes porque en México la gente asocia al colibrí con el jardín del abuelo. Tienen ese lado nostálgico, con el que también me identifico, pero cansa un poco.
Encontré puntos comunes entre el grabado, la botánica y el tatuaje que hasta hoy día me siguen apasionando.
Mi proyecto ideal es en el que me dan libertad para crear una planta. Por ejemplo, un brazo completo con una especie determinada del género Citrus: de ahí puedo proponer elementos de las semillas, cortes del fruto, cortes de la flor… Puedo incluso contar una historia. Ese es mi ideal.
Cuando trabajaba como ilustradora científica, el hecho de tomar una especie y desarmarla como lo hacía con objetos de diseño industrial me parecía lo más bonito. Ahora, cada vez que alguien me pide una especie botánica, tengo todas las bases metodológicas para desmembrar las piezas e ilustrarlas como un conjunto. Si es un narciso, veo la conformación de los pétalos, si tiene bulbo o no, cómo es el tallo y qué hábitos tiene. Las plantas tienen un sinfín de posibilidades.
Por otro lado, haber recolectado todo lo que sé de las plantas, algunos datos curiosos y lo poco que puedo explicar sobre ellas, me ha permitido transmitirlo a mis clientes. Eso también me apasiona mucho.
¿Qué te motivó a crear Arrecife Studio?
Arrecife nació de una visión muy personal. Los estudios de tatuaje que conocía eran oscuros y daban algo de miedo. Cuando empecé a trabajar, jamás me acerqué a ellos porque no sentía estos espacios como un lugar donde pudiera desarrollar mi creatividad. Por eso quise hacer mi propio espacio.
Conforme fue creciendo el estudio, procuré integrar más espacios de paz utilizando luz natural, plantas y música: bossa nova, música de los 80… La idea siempre ha sido que el espacio ayude al proceso creativo y transmitir seguridad, tranquilidad, empatía y alegría a los clientes. Un buen combo puede reducir el estrés y el dolor, y aumentar la confianza no solamente desde el punto de vista del tatuador sino también del cliente.
Mi generación hizo un trabajo fenomenal en eliminar los prejuicios que existían hacia el tatuaje.
También nos interesa que Arrecife sea un espacio de preservación. Hay mucha flora y fauna dentro del estudio, eso ayuda a que nos sintamos más en contacto con la naturaleza y convierte Arrecife en un pequeño oasis dentro de la ciudad. ¡Créeme que se siente!
¡Es cierto que se siente! Y también se percibe vuestro esfuerzo por hacer divulgación científica...
¡Sí, claro! Sin saber tanto, uno lo intenta (risas).
En estos momentos la industria del tatuaje gana mucho más que otras artes y creo que es importante dar algo de regreso. Por eso organizamos días temáticos como, por ejemplo, especies polinizadoras del Valle de México, y lo recaudado durante ese día se dona a diferentes grupos que trabajan en la preservación de estas especies. Así no solo divulgamos sobre dichas especies sino también sobre las fundaciones que hacen todo el trabajo de conservación. Digamos que es un poco de retribución a la sociedad. Aunque, conforme ha ido creciendo el estudio, cada vez es más difícil mantener el mismo interés por parte de los diferentes artistas residentes. En cualquier caso, seguimos intentando que esta iniciativa sea un pilar de nuestro estudio.
Tu estilo es muy diferente a lo que tradicionalmente vemos en la industria del tatuaje. ¿De dónde viene este estilo y qué nos puedes contar sobre tu técnica?
Mi estilo procede de la imitación de la naturaleza. Por lo general los tatuajes utilizan estilos más fuertes, lineales, con más rellenos y sólidos. La naturaleza sin embargo tiene más transparencias, cambios de textura y estructuras más livianas. Curiosamente, la ilustración científica tiene como pauta no tener líneas de contorno, ya que el objeto pierde volumen y realismo. No utilizar líneas de contorno me permite mantener el volumen y el movimiento.
Antes de los 90 los tatuajes con líneas y rellenos pesados eran los preponderantes. Si no se tatuaba de esa forma, no se consideraba un trabajo de buena calidad —como si no se pudiera emplear otra técnica. También las agujas y las máquinas eran diferentes. Pero a partir de los 90, los artistas plásticos se aventuraron al mundo del tatuaje y fue a partir de ahí cuando se introdujeron en la industria estilos y estéticas más suaves y delicadas que las líneas y rellenos habituales. Esto atrajo a nuevos clientes.
Mi técnica ha ido evolucionando con los años. Empecé a hacer líneas más delgadas, líneas punteadas y puntos definidos, y de forma prácticamente accidental, logré hacer un puntillismo estilo whipping.
Actualmente, mi estilo de dibujo lo trabajo desde un punto de vista más sensu stricto; investigo un poco la morfología de las cosas que voy a tatuar y hago un resumen geométrico del elemento.
Mis tatuajes no dejan de ser una ilustración con elementos científicos, lo cual lo hace un poco más realista. En cuanto a la técnica, uso una mezcla de puntillismo con relleno, un poco de bajo sombra, que me permite oscurecer la piel sin perder la textura o el color. Eso me permite eliminar el uso de la línea.
Con toda esta evolución del tatuaje, uno casi podría llegar a estimar la edad (o la generación) de los artistas y los clientes en base a sus tatuajes.
¡Totalmente! Aunque muchas veces es muy aleatorio. Concretamente, con los tatuadores, más que la edad o la generación, puedes notar la trayectoria que tuvieron y en qué momento empezaron a tatuar. Si empezaron hace mucho tiempo, acarrearán muchas costumbres de la vieja escuela—aunque por supuesto muchos artistas ya han adaptado su estilo a los nuevos intereses.
Los tatuadores que empezaron recientemente tienen estilos mucho más suaves, microrealismos en especial. Aunque ahora hay una tendencia notable a “regresar al pasado”, reviviendo las técnicas y estilos muy antiguos. Esto ha dado lugar incluso a fuertes discusiones entre artistas del tatuaje. El problema es que la estética no es objetiva, sino subjetiva.
Siguiendo la discusión de la estética, existe un debate entre quienes dicen que el tatuaje es arte y quienes dicen que no lo es. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
Es un tema difícil porque tenemos que discutir el arte, y el arte es subjetivo. Habrá géneros artísticos que no son arte para algunos críticos y para otros sí lo es.
Personalmente creo que hay tatuajes que definitivamente no son arte y hay tatuajes que sí lo son. Hay piezas que no me gustan y nunca tendría, pero que puedes reconocer que son arte.
El tatuaje cumple con los puntos del oficio que define a una representación artística, involucra trabajar un material, que en este caso es la piel, con distintas herramientas que son variables: agujas, tintas, máquinas, etc. Por eso me gustaría llamarlo arte, pero definirlo como un arte también nos lleva a valorar el tatuaje como pieza artística: ¿Es por eso por lo que el tatuaje subió su valor? ¿Es acertado ese valor que se le da a la pieza artística?
El tatuaje no es algo que podamos conservar […] Existen formas de preservar la piel, pero ahí entramos es un debate ético.
Muchos piensan que el arte es esa representación que sirve para evaluar la situación temporal de la humanidad. Para eso ha servido el arte a lo largo de los años. El tatuaje no es algo que podamos conservar, no es algo que se pueda mantener para adquirirse como una pieza de arte y mucho menos explicará la situación temporal de la humanidad. Basándome en estos criterios, no llamaría arte al tatuaje porque al final perece. Existen formas de preservar la piel, pero ahí entramos es un debate ético.
Para finalizar, ¿dónde ves la industria del tatuaje en los siguientes 20-30 años? ¿Y dónde te ves tú?
La industria va a seguir, eso es un hecho. Mi generación hizo un trabajo fenomenal en eliminar los prejuicios que existían hacia el tatuaje. Cada vez veremos más personas con tatuajes en todos los ámbitos públicos; el tatuaje ya no se ve como algo negativo, ahora es algo común.
Personalmente, no estoy segura de ser tatuadora toda la vida. Es un trabajo que tiene mucha exigencia física y no sé hasta que edad podré mantenerlo. La frecuencia y la duración de las sesiones, las áreas por tatuar, y otros muchos factores a veces están limitados por los padecimientos del tatuador. Con el tiempo podemos sufrir tendinitis, hernias discales y otras patologías derivadas del tipo de trabajo que hacemos.
Pero más que la demanda física, creo que yo no estaré de moda. Aunque mi estilo cambie y siga cambiando y mejorando, creo que la gente no va a querer mi trabajo. En este momento estoy en una edad en la que entiendo las necesidades de la gente que busca el tatuaje, porque soy contemporánea a ellos, pero no estoy segura de que a mis 70 años siga creando cosas que les resulte interesante a los de 20 o 30 años. ¿Qué haré para ese entonces? Sinceramente no lo sé, son las pequeñas cosas que te llevan por distintos caminos todos los días.
Si pudieras hacer una pregunta a un científico de cualquier campo, ¿cuál sería?
¿Para qué sirve la división del abdomen de los escarabajos? Otros insectos utilizan esta estructura anatómica para emitir sonidos, pero los escarabajos no lo hacen.
Esperando respuesta…