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Cada 20 de mayo las Naciones Unidas celebran el Dia Mundial de las Abejas para crear conciencia de la importancia de los polinizadores en la preservación de la biodiversidad y la economía mundial. Y es que se calcula que el 90% de las plantas silvestres y el 35% de los cultivos del mundo dependen de la polinización por insectos y otros animales para sobrevivir.
Hemos querido compartir este día con el neurobiólogo Javier Navas (Madrid, 1983), quien desde hace varios años compagina su carrera investigadora en un hospital de Madrid con su pasión por las abejas de la miel.
Navas, un experto en las bases estructurales y fisiológicas que sustentan el talento matemático en adolescentes, se sintió tan atraído por el comportamiento social de las abejas que no dudó en dejar la neurociencia en un segundo plano para adentrarse de lleno en el fascinante mundo de la apicultura.
¿Por qué se interesa un neurocientífico por la apicultura y el comportamiento social de las abejas?
Buena pregunta. Creo que simplemente porque echaba de menos la naturaleza. Estudié biología por mi amor a los animales y al campo y, durante la tesis doctoral en el laboratorio, sentía que me faltaba esa parte de interacción con la naturaleza que tanto me gustaba.
Un día descubrí un curso sobre el ciclo anual de vida de las abejas. Se impartía un fin de semana al mes —no interfería con mi trabajo en el laboratorio— así que me apunté.
Me estimuló mucho aprender cómo se comportaban las abejas y cómo los apicultores se adelantan a su comportamiento natural para maximizar el rendimiento de la ganadería, porque al final la apicultura no deja de ser un tipo de ganadería.
Vi que era un mundo fascinante. Las abejas tienen un comportamiento muy complejo, muy avanzado de forma social. Además, tu oficina es el propio campo, no hay mejor forma de trabajar que al aire libre, con el sonido de los pájaros de fondo. Me enamoré. Fue un flechazo, o, como dirían los apicultores, “me picó la abeja” (risas).
¿No te daba miedo que te picaran de verdad?
Al principio sí, pero luego te das cuenta de que sabiendo manejarlas bien no tienen por qué picarte. La mayoría de las abejas que se quedan en la colmena no pican, están ahí para limpiar y cuidar de las crías. Son las que van a pecorear las que, si se sienten amenazadas, te pueden picar. Por eso usamos un ahumador para tranquilizarlas y que no nos piquen. De todas formas, en estas abejas las glándulas de veneno se forman los últimos cinco días de su vida (viven unos 20 días de media).
Háblanos un poco del comportamiento de las abejas ¿Es verdad que tienen talento matemático?
Las abejas son capaces de generar mapas mentales para orientarse sobre el terreno y tienen un sofisticado lenguaje de danzas para transmitir esta información al resto de la colonia. No se sabe muy bien cómo, pero sí se sabe que está relacionado con la posición del sol y el geomagnetismo.
Las abejas tienen un cerebro muy matemático; pueden calcular la posición del sol y la distancia en línea recta desde la colmena hasta un punto concreto, y transmitir esa medida exacta al resto de la colmena.
Las abejas tienen un cerebro muy matemático; pueden calcular la posición del sol y la distancia en línea recta desde la colmena hasta un punto concreto, y transmitir esa medida exacta al resto de la colmena. Lo que comunican es que hay una buena cantidad de néctar y una extensión grande de flores a esa distancia y en esa dirección. Y todo esto lo hacen a oscuras, porque dentro del panal no llega la luz, claro.
Las abejas son específicas de flor, se especializan en distintas variedades de flores, y también se especializan en polen o en propóleo. Digamos que funcionan como departamentos especializados. Dentro de cada colmena hay abejas especializadas en distintas cosas y compiten entre ellas. Así una vendrá e informará a la colmena: “a 500 metros tengo mucho néctar de tomillo”. Y otra dirá: “pues yo tengo romero y está solo a 200 metros”. Ambas abejas empezarán a danzar y cuanto más cerca de la colmena estén las flores, y más néctar hayan detectado, más brusco será el movimiento del abdomen en su danza. El resto de las abejas irán hacia ellas, evaluarán la danza, y la que más motivación haya mostrado se llevará más abejas con ella.
Es simplemente una cuestión de eficiencia, cuantas más flores y más néctar más motivadas estarán, más compañeras reclutarán para sus flores y más miel producirán.
Algunas veces se pueden ver abejas adormiladas en las flores al atardecer y a la mañana siguiente están muertas. ¿Se puede ayudar de algún modo a estas abejas?
Si se desorientan y no llegan a la colmena por la noche mueren. Puedes dejarlas en una cajita con algodón y un platito con un poco miel hasta la mañana siguiente que puedan volver a la colmena. Pero también pude ser que hayan ido a morir ahí.
Las abejas no suelen morir en la colmena, son muy limpias. Esto es uno de los motivos que más dificultan la identificación de los factores que causan la muerte en las abejas, porque no las encuentras, simplemente no vuelven a la colmena. Es difícil saber qué pasa cuando no mueren en el panal. Si es por enfermedades o por envenenamiento (por fumigación en los cultivos), entonces sí que te las encuentras y es más fácil saber la causa de su muerte.
Ya que mencionas la muerte de las abejas. ¿Se sabe por qué están muriendo tantas en las últimas décadas?
Es algo multifactorial, un poco de todo: la polución, el aumento de infecciones, la pérdida de espacios salvajes libres de la acción del hombre, los monocultivos, etc.
La función principal de la apicultura hoy día es la polinización de cultivos. Por ejemplo, se estima que el cultivo de fresas y frambuesas aumentan la producción en un 300% gracias a este ejército de polinizadores. Lo que pasa es que, al alimentarse solo de un tipo de cultivo, a las abejas les faltan muchos nutrientes y esto afecta a la salud de las colmenas. Imagínate que solo te alimentaras de patatas.
Las abejas no suelen morir en la colmena, son muy limpias. Esto es uno de los motivos que más dificultan la identificación de los factores que causan la muerte en las abejas, porque no las encuentras, simplemente no vuelven a la colmena.
También les afecta la aparición de especies invasoras procedentes de Asia, como la avispa asiática, que afecta a Francia y España, o el Varroa destructor, un ácaro parásito transmisor de virus que debilitan la salud de las abejas y acaba causando la muerte de la colonia. Este ácaro se ha expandido ya por la mayoría de las producciones apícolas del mundo y desafortunadamente está cogiendo resistencia a los tratamientos actuales.
Con frecuencia se habla de las consecuencias que la desaparición de las abejas supondría para nuestro modelo agrícola actual ¿Hay un riesgo real para nuestra alimentación?
La verdad es que no se saben las consecuencias. Einstein decía que la humanidad dependía de las abejas, pero no es así. Las abejas son una ínfima parte de todos los polinizadores. Se ha priorizado a la abeja de la miel como ganadería por su capacidad social y la producción de miel. Pero proteger al resto de polinizadores es igual de importante para la conservación de la biodiversidad.
Se ha priorizado a la abeja de la miel como ganadería por su capacidad social y la producción de miel. Pero proteger al resto de polinizadores es igual de importante para la conservación de la biodiversidad.
Por ejemplo, las abejas no polinizan bien los arándanos; los abejorros lo hacen mejor porque pesan más y los nectarios quedan más expuestos al posarse el abejorro. Por lo tanto, no dependemos solo de la abeja de la miel, hay que pensar en recuperar el equilibrio del resto de polinizadores. Deberíamos pensar en toda la biodiversidad que está siendo afectada por la acción del hombre, no solo en las abejas.
En la Isla de Tenerife, por ejemplo, cuando acaba la floración de los cultivos, los apicultores llevan todas las colmenas al Teide. Como resultado, las abejas están desplazando a lo polinizadores autóctonos por competición y están disminuyendo sus poblaciones.
Si mueren las abejas de la miel, crecerán las poblaciones de otros polinizadores, pero sí que desaparecía la producción masiva de vegetales y otros cultivos claves para nuestra economía tal y como las conocemos hoy.
Los científicos han creado packs de suplementos nutritivos para compensar los déficits nutricionales de las abejas, también se aportan antibióticos a las colmenas. ¿Crees que esto puede paliar el problema?
Según dicen, para 2050 vamos a estar bastante jodidos tanto en temperatura como en contaminación. El futuro no es algo con lo que pueda ser optimista.
Antes que pensar en la conservación de las abejas habría que ir a las raíces del problema, la contaminación, el consumo masivo, la superpoblación… las abejas son solo un eslabón en la cadena.
Tenemos que ser conscientes de lo que nosotros podemos hacer por el entorno. Por arriba hay muchos intereses económicos que no podemos controlar, no dependen de nosotros. Pero sí, podemos modificar la actitud en un círculo reducido. Es ahí por donde tenemos que empezar; hay que ver la forma de trabajar desde abajo, plantar una semilla que vaya creciendo. Lo importante es cambiar los hábitos de consumo, de alimentación y de educación y ser un modelo para los que vienen detrás.
¿Qué podemos hacer para evitar la extinción de las abejas?
Darles un espacio y una vida mejor. La opción de la apicultura urbana en ciudades parece que funciona muy bien. Ya se ha hecho en ciudades de Canadá, Francia o Alemania.
Se crean zonas libres de emisiones dentro de la ciudad y se ponen zonas verdes para que ellas hagan una vida lo más natural posible. Las abejas a su vez estimulan las zonas verdes y hacen crecer la vegetación de una forma brutal. Así se recuperan los niveles de oxígeno y la calidad del aire en la zona. Además, las abejas urbanas también se utilizan como bioindicadores de contaminación por metales pesados en tareas de biorremediación.
En París ya han visto que hay un beneficio para todos. Hasta los chefs ponen en los restaurantes la miel de las abejas de la zona (el producto no podría ser más local) y para ellos es un valor añadido en su oferta gastronómica.